Momentos tristes en videojuegos (extra)
Nota: La mayor parte de este articulo fue gracias a Sagail.
Existen por lo general dos formas para contar una historia. Una forma es relatarla a través de las vivencias de los personajes que las protagonizan y el cómo van desarrollando su mentalidad y acciones según el tipo de viaje o arco de personaje que tengan. Quedando el mundo que les rodea y los conflictos que les afectan en un plano secundario. Esto en cierta forma ayuda a que el espectador o público conozcan mucho más, o empaticen en mayor o menor medida con los personajes del elenco, al ser estos el centro de la trama. Ejemplos hay varios, pero para dejar una idea general, novelas como la saga de La Torre Oscura, series como Berserk o videojuegos como Final Fantasy en la mayoría de sus entregas numéricas son un buen ejemplo de estos.
Otra forma de relatar una historia, es enfocándose la construcción de su mundo, el conflicto que acontece y se lleva a través de distintas facciones, como los ideales que estos representan. En este tipo de historias sus creadores pueden disponer de la vida o la muerte de distintos personajes con mayor libertad en medida que sus arcos de desarrollo, además de poder ser más breves, también sus ideales o acciones pueden ser usados mejor ya sea en favor o en contra de sus vidas. Estos personajes son por tanto las piezas de historias contadas, en cierta forma, como una “partida de ajedrez”. Donde algunas veces el encanto de estos relatos es el descubrir quienes son los jugadores, y no unas piezas desechables en dicho tablero. cuando eso ocurre, a veces el público termina apreciando y valorando más la proactividad en los villanos y figuras antagónicas con la realidad que les rodea, donde el conflicto entre facciones, a pesar de todo, sigue siendo el centro y no sus personajes. Ejemplos de este tipo de narrativa se pueden encontrar en sagas escritas como Canción de hielo y fuego, en algunas series de la franquicia Gundam (a pesar de tener entregas que se narran de la otra forma), y videojuegos como la saga Shin Megami Tensei.
Es precisamente de esta forma de contar una historia, y a pedido de algunos comentarios, que hemos de resaltar en esta ocasión dos videojuegos. Que a pesar de que sus historias llegan a ser enfocadas por la construcción y conflicto de sus mundos antes que el desarrollo de sus personajes, logran tener momentos especialmente trágicos. Tanto para sus protagonistas, como para quienes la realidad y futuro dependen de sus decisiones. Sin más que decir, comenzamos.
Advertencia: Nivel de Spoilers = Máximo.
“¿Es la verdad solo lo que podemos ver?”
Alazlam J. Durai.
Final Fantasy Tactics: The War of the Lions (PSX/PSP)
Final Fantasy Tactics: La guerra de los Leones, es un videojuego de rol táctico para playstation 1 lanzado en el año 1997. Más tarde sería remasterizado para la PSP en el 2007. Producido por Yasumi Matsuno, más tarde sería considerado parte de un proyecto de varios juegos que con los años llevaría el título de Ivalice Alliance.
Lo que hace de este videojuego en particular llamativo a primera vista, es el cómo dado su origen como un spinoff de la franquicia, rompe con la tradición de presentar historias cuyas tramas son llevadas por los personajes que controla el jugador, una característica en general propia de las entregas numéricas. En este título nos presentan una trama llevada por el conflicto de un continente llamado Ivalice, que está en una época de decadencia tras décadas de guerras, sequías, corrupción en la nobleza y disidencia en las clases más pobres, llevando todo a las puertas de una guerra civil.
Todo esto es contado desde la perspectiva de un historiador, quien en su narración trata de buscar junto al jugador la verdad oculta dentro ese periodo de guerra civil que, en su historia oficial sería recordado como “la guerra de los leones”. Un conflicto en el que, con el fratricidio entre las castas de caballeros, campesinos convertidos en guerrilleros, miembros del clero y las familias cercanas al trono, un héroe de baja cuna surgiría para restablecer la paz y el orden. A consta de manipular, purgar y controlar a todas las facciones que participaron en dicho conflicto. Ese héroe de la historia oficial sería el Rey Delita Hyral, caballero de la orden de las ovejas negras, brazo armado del príncipe Goltanna, el león negro. Defensor de la Iglesia de Glábados.
Sin embargo, eso no sería toda la historia. Una figura olvidada, cuyos únicos registros que quedaban a vista del público no eran más que las de un hereje, que osó desafiar la autoridad de la iglesia de aquel entonces, además de deshonrar a su propia familia viviendo como mercenario. Este sería el verdadero héroe de la guerra civil, quien reveló y enfrentó a todos los conspiradores detrás del conflicto. En un trasfondo ligado a la leyenda de unas piedras con signos del zodiaco que protagonizaron siglos atrás distintos milagros, pero también fueron la prisión y recipiente de horrores que solo en los tiempos de esa guerra se conocerían, así fueran reducidos a rumores.
Es a partir de este momento que el narrador invita al jugador a descubrir el origen y vivencias de este personaje en una historia que relata las consecuencias del heroísmo desde dos formas, una pragmática y otra idealista. El relato de dos jóvenes en el que uno llegará a la cima y lo perderá todo. Y el otro, obteniendo todo, caerá en el olvido. También es el relato de distintos personajes que, a pesar de todos sus ideales, serían un fracaso en distintos niveles pese a lo que buscaban representar. Donde los momentos trágicos de este título cobran fuerza. Un elenco de personajes de los que hablaremos a continuación:
…
“¿Cuánto vale una “libertad” que no lograste por ti mismo? ¡Al momento que el orgullo se pierde, la libertad también se pierde!”
(“El olvidado, el iconoclasta…”) Ramza Beoulve.
Antiguamente un cadete y escudero, hijo bastardo del difunto Balbanes Beoulve, líder de la casta principal de caballeros jurados por la orden del cielo del norte (Hókuten). Esperaba como futuro caballero preservar el honor de una familia de veteranos de la guerra de los 50 años, y así pacificar a través de las armas las tierras del reino de Ivalice. Una nación que recibió a todos los sobrevivientes de esta guerra como bandidos, desempleados, desheredados, sin tierras ni familia sobre la que ser recordados. Quedándoles solo la pobreza, el hambre y el rencor hacia los nobles que les enviaron a pelear y morir por una guerra inútil.
Resumir la historia de este personaje requiere tener en cuenta una de las primeras líneas de diálogo surgidas al momento que el jugador obtiene control de las unidades que le acompañarán en su viaje.
“¡Silencio! ¡Ríndete, o muere en oscuridad!”
Es así como inicia la vida de un joven Ramza de una decadente Ivalice, que recibió órdenes de matar brigadas hechas por campesinos, bandidos y veteranos de una guerra que en 5 décadas nada les dio. Se volvió testigo de cómo la orden del cielo del norte, dirigidas por el príncipe Larg del león blanco ansían poner a un príncipe recién nacido en el trono para continuar con su corrupta aristocracia tras el final de esa misma guerra. Mientras la orden del cielo del sur (Nánten), dirigidas por el príncipe Goltanna del león negro, ansíaron poner a una princesa de linaje cuestionable y posible mártir por sucesora al trono. Para así dominar el continente con total legitimidad frente a sus enemigos. Un conflicto en el que el mayor de sus hermanos, Dycerdarg buscó usurpar el trono al que aspiraba su propio príncipe y convertirse en rey. Mientras que Goltanna y demás enemigos, al igual que él, buscaban saciar su ego por derrotar a las facciones que se les resistieron.
El punto de no retorno de Ramza sería en la masacre del fuerte Zeakden. Donde no solo su propia familia acabaría con los revolucionarios de los Cuerpos de la muerte que hasta entonces enfrentaban junto a su amigo Delita, sino que también matarían a la hermana de Delita entre los rehenes que tenían, y desaparecería toda ingenuidad sobre el mundo que le rodeaba para ese punto.
“Yo di mi vida por garantizada, pero cuando los pilares de esa vida se derrumbaron frente a mí, no pude resistir y los vi caer, entonces dejé todo y decidí huir…”
Tiempo después, un Ramza convertido en mercenario, sería testigo de cómo las ordenes de caballeros son manipuladas por gente de oscuras ambiciones más allá de lo humano. Donde la iglesia trataría de orquestar el origen y desenlace del conflicto para presentarse como mediadores y proveer una paz tanto a plebeyos como nobles con la creación de una Teocracia totalitaria. También se vería tratado como una pieza más de las maquinaciones de otros, incluyendo por su propio amigo de infancia, Delita. Quien tiempo después del incidente en Zeakden, su odio y deseo de venganza contra la nobleza le llevarán a usar a todos con tal de obtener poder político y crear una realidad más justa para la gente común.
Ramza durante todo el conflicto sería alguien que, en su obsesión por alcanzar la verdad detrás de la guerra, buscaría detener toda lucha innecesaria. Pero también vería como la realidad del mundo constantemente se pondrá en su contra, costándole sus aspiraciones originales y su reputación familiar, reducido a un mercenario y en constantes dudas de un mundo que tiempo atrás solo observaba desde la clase alta. Entre los pocos aliados que tendría en su lucha, estarían la familia Durai, antiguas amistades de su padre, de los cuales a su modo intentarían descubrir quienes movieron los hilos detrás del conflicto.
A pesar de tener todo en contra suya, Ramza sería un joven que, fiel a sus principios hasta el final, salvó Ivalice. Pero al precio de que nadie le recordará ni le agradecerá. Al contrario, sería recordado como un hereje, un traidor desheredado por su familia, alguien quien su mejor amigo se llevaría el crédito por todas sus acciones y, como alguien que ni siquiera tuvo un funeral ni entierro. Desapareciendo así en la oscuridad del anonimato, por no haberse rendido hasta el final. Alguien quien junto a lo que quedó de su familia nunca serían vistos otra vez. Y el único testigo capaz de hablar en favor suyo aquel entonces, sería arrestado por el clero y mandado a ejecutar en la hoguera. Por temor a que las conspiraciones detrás de la guerra, las que Ramza logró desbaratar, salieran a luz pública.
Es fácil hacer las cosas correctas cuando la adulación, fanfarria y cualquier recompensa mayor están asociadas a estas. Pero todo cambia cuando no las hay, la gente escupirá a tu persona antes que agradecerte por nada, y serás forzado a sacrificar todo, excepto tus principios.
Ramza no sería el único que perdería todo buscando permanecer fiel a sus principios. sin embargo, el detalle de que este personaje buscaba la verdad antes que el poder, le haría distinto en cuanto a acciones y su destino, en comparación con otros ejemplos como el de a continuación.
…
“¡No entiendes cuán difícil es alcanzar tus ideales! ¡Incluso si estos son grandes, solo son sueños si no puedes alcanzarlos!
¿Así que cómo puedes alcanzar tus ideales? ¡Necesitas poder! ¡Así son las políticas del mundo!”
(“El revolucionario caído…”)
Wiegraf Folles.
Comandante de los Cuerpos de la muerte, grupo de guerrilleros y revolucionarios compuesto por campesinos, mendigos, plebeyos y veteranos de la guerra de los 50 años que habiendo luchado fielmente por el rey de Ivalice, regresaron sin dinero, comida ni gloria algunas. Quedándoles solo la rebelión como esperanza ante las sequías, la decadencia de la nobleza y la hambruna. Wiegraf sería un antagonista particularmente trágico, debido a lo que tuvo que enfrentar y sobre lo que sacrificaría con tal de mantener vivas las flamas de su revolución.
A medida que un joven Ramza y sus compañeros de armas hacían su carrera militar, a consta de matar a sus tropas, Wiegraf no solo iría perdiendo la lealtad de sus camaradas. También con el tiempo acabaría perdiendo a la única familia que le quedaba, su propia hermana, quien hallaría su muerte enfrentando a Ramza y a Delita, de camino al último bastión de su revolución, el fuerte Zeakden. Incapaz de vengar a su familia y a los suyos, meses después de esa batalla, siendo el único sobreviviente conocido de su grupo, el destino de Wiegraf sería incierto ante sus perseguidores y el ojo público. Pero un día, tras una conversación con los miembros del clero, vio una posibilidad de vengar a su hermana y a sus compañeros caídos uniéndose a los caballeros de la iglesia.
Una vez convertido en parte del brazo armado del clero, su visión de la revolución se fue distorsionando, al punto que, cuando enfrentó a Ramza tiempo después en el monasterio de Órbonne, Wiegraf dejaría de ser el mismo. Al caer derrotado en batalla, una vez herido de muerte para salvar su propia vida, Wiegraf decidió vender su alma a cambio de los poderes de una piedra zodiacal que poseía, entregando lo último que le quedaba de humanidad a los demonios Lucavi, y cambiando desde ese entonces su visión de venganza y justicia por solo el deseo de poder. Es así como en su propio asombro, subestimaría a Ramza y desperdiciaría la oportunidad que tuvo de acabar con él, regresando con sus superiores. Tiempo después, la última pelea que tendría Wiegraf contra Ramza, sería en la masacre del castillo de Riovanes, donde en un duelo entre estos dos, cualquier recuerdo de su difunta hermana y la revolución que intentó iniciar con sus compañeros caídos desaparecieron con unas simples frases entre sus diálogos.
“Los gobiernos falsifican la historia de forma que les favorezca.
Pero no puedes culparlos, porque la gente siempre espera un “milagro”...”
Quedando así solo un sirviente apático de los demonios, obsesionado por los siglos de conocimiento y fuerza sobrehumanas que estos le entregaron. Hallando así su destino en plena batalla contra Ramza y sus compañeros de armas.
Wiegraf de principio a fin fue un individuo que solo deseó que el hombre común que peleó bajo el alero de los nobles se le diera una paga y reconocimiento justos por el deber y sacrificios hechos por su nación. Pero su obsesión con la venganza tras ver morir a su familia y camaradas lo llevó a arrodillarse ante el clero y decaer en desesperación hasta venderse a los demonios. A cambio de un poder que estuvo por encima de todos ellos, resultando destruido por estos.
Sin embargo, Wiegraf no es ni será el único personaje que buscaba una revolución. Entre las facciones del elenco, el clero tendría su propia perspectiva del futuro de la guerra, y la autoridad que buscaba establecer a través de una revuelta, de la que al menos un personaje en particular representaría sus ideales, pero también sus respectivos fracasos.
“Queremos guiar a la gente a través de sus milagros […] la iglesia de Glabados ambiciona un mundo sin divisiones de clases, ¡Un mundo donde todos los hombres podamos vivir como iguales! San Ajora habló de esa utopía. ¡Es la tierra prometida que él anunció! El miedo y la duda llenan los corazones de la gente, dejando poco espacio para la fé.”
(“El verdadero creyente…”) Izlude Tingel
Caballero de la orden de la iglesia de Glabados, creyente fiel de San Ajora, el milagro de los héroes del zodiaco y protectores de Ivalice. Fue enviado al monasterio de Órbonne para buscar reliquias cuyo poder y valor aquel entonces estaban más allá de su comprensión. En ese lugar confrontaría en batalla una única vez a Ramza Beoulve. Para ese punto del videojuego, bastaría solo esa única vez para apreciar el contraste de las nobles, pero ingenuas creencias del primero, frente a la madurez que ya había alcanzado el segundo. Siendo una suerte de reflejo para Ramza de lo que había sido su mentalidad desde que era un cadete hasta ese punto de su vida como mercenario. Pero también, sería una señal de lo que para Izlude estaba por venir. Siendo estas las palabras con las que Ramza e Izlude serían separados más allá de las propias armas con las que se enfrentaron.
“¡El cambio no llegará sin un costo! ¡La revolución requiere mártires, y nosotros requerimos una revolución! ¡La corona está podrida, la nobleza está corrupta! ¡Ellos deben pagar! ¡La gente merece su justicia…!”
Tanto Izlude como otros caballeros del temple genuinamente creyeron que su causa era la única justa entre todas las facciones enfrentadas. Pero tanto él como varios otros, no imaginaban lo descartables que eran a los ojos de sus propios superiores. Como se daría en la futura masacre del Castillo de Riovanes, donde Izlude perecería a manos de ni más ni menos que su propio líder y padre Vormav Tingel. Quien usando los poderes de una de las piedras zodiacales, se convertiría en uno de los demonios Lucavi para demostrarle a un ejército entero que no tendrían oportunidad enfrentándose contra el brazo armado de la iglesia de Glábados, mucho menos tendrían posibilidad luchando contra quienes manipulaban a dicho clero desde las sombras. Es así como Izlude, pese a su fe y lealtad consumadas al clero, ni eso ni su fuerza bastarían para detener a su propio padre, quien no distinguió entre aliados y enemigos solo para probar su propio punto. Siendo brutalmente herido en un combate en que ese demonio acabó de formas dantescas con un ejército completo, según los pocos supervivientes de esa batalla.
Izlude hasta el final fue un hombre que creyó en la revolución que prometían los miembros del clero de Glábados para dar un final a la guerra. También fue fiel creyente en los milagros de las piedras zodiacales y su profeta, cuyo credo que por tantos años preservó y en sus oraciones recitó. Solo para ser destruido años después por quienes realmente controlaban aquella iglesia y el poder que ocultaban dichas piedras. Confiando así, en sus últimos segundos de vida el futuro a Ramza y a su hermana Alma.
La devoción no sería una virtud relegada solo a este personaje dentro del elenco. Prueba de ello sería la presencia de personajes como Meliadoul, hermana de Izlude. Quien también su devoción y decisiones como caballero del clero, se enfrentaría a Ramza y a su gente. Todo esto la volverán testigo de las maquinaciones hechas por su padre y la orden tanto contra ella, la fe que profesa, como también el futuro de Ivalice que determinarán el resto de su participación en la historia.
Sin embargo, las consecuencias de la inocencia, o ignorancia según como juzguen esta era, se manifestaron de forma distinta, pero no menos trágica para el caso de a continuación.
…
“Mi vida entera ha pasado a través de sagradas murallas. El único cielo que vi, rodeado por ladrillo y piedra […] Solo saber que hombres mueren, por ninguna otra razón que por quien soy, es poco más de lo que puedo soportar.”
(“El soberano de nadie…”)
Ovelia Atkascha
El legítimo heredero al trono del difunto rey de toda Ivalice sería a los ojos de muchos la figura de una princesa que pasó toda su vida en un convento, cuyas esperanzas y oraciones radicaban en que su sangre real fuese un elemento que lleve a una era de paz a sus tierras. Asoladas por años de muerte y sufrimiento, bajo la autoridad de su supuesto linaje.
Esto, porque todas sus acciones y oraciones le hicieron llevar una vida sin saber que tanto su nombre como historia, en el fondo, fueron tomados prestados de una joven muerta que tenía su mismo nombre. Una joven que era la única heredera legítima que quedaba de la familia real, siendo el resto solo pretendientes de otras ramas de la nobleza. Desde ese punto de su vida, vería solo luz en las acciones de Ramza y sobretodo, en Delita.
A pesar del poder que su nombre conllevaba, en la práctica, no tuvo autoridad sobre nada ni sobre nadie. Fue siempre un objetivo a eliminar y a la vez una pieza más en el tablero, utilizada por todas las facciones que esperaban obtener poder a través de ella. Incluyendo por quienes una vez confió con todo su ser. Y no sería hasta que se convirtió en un testigo indirecto de la tragedia que recaería sobre Ramza y su hermana Alma, su única amiga durante su vida en el monasterio, seguido de cómo la una vez noble pretensión de Delita de cambiar este reino, derivaría en una ambición por controlar el trono y la historia, que la llevarían a un final que por siempre quedará atado a la conciencia del último.
“¡Ninguna de tus acciones es por la verdad! ¡Tú solo deseas usarme como a todos los demás!”
Ovelia fue una joven que hizo todo lo posible para entender su mundo y situación, y así darle un significado a su existir. Pero al final, fue una reina que jamás reinó. Ella no obtuvo nada, no logró nada en su vida. Ella solo será recordada como una noble más en tiempos de guerra. Su ingenuidad en niñez y juventud, su efímera felicidad con Delita, su tristeza cuando vio los horrores de una guerra librada en su nombre y su eventual odio a la persona que alguna vez amó por quien sintió que le traicionó. Uno podría pensar que, en un último acto de querer, por una vez, tomar las riendas de su destino con sus propias fuerzas, entregó su vida a cambio de poder enfrentar y condenar a quien amó como el traidor que fue. Para así morir en sus propios términos. Algo cuya verdad, quizás nunca se sabrá con su silencio en la muerte.
A pesar del poder y autoridad de facciones enteras, o de grupos militares y religiosos como demostró ser el clero. Nada impide que la astucia y voluntad de un individuo no solo desafíe, sino que se infiltre, y de forma última, controlara a todos y a cada uno de los personajes y facciones presentados como manipuladores hasta ahora. Siendo no solo el jugador del tablero de ajedrez que es esta historia, pero de forma irónica, sobre quien recae su propia gran tragedia, coronada con el final de sus más cercanos.
…
“Yo podría destruir este reino, y de sus cenizas construir uno nuevo ¡Un reino digno de ti! ¡Te mostraré un mundo donde tu luz sobrepase la del sol, ¡Un mundo que no conocerá la oscuridad! Donde no tendrás necesidad de derramar lágrimas.”
(“El reformador condenado…”) Delita Hyral.
Un cadete de origen plebeyo, amigo de infancia de Ramza, quien a la vez fue criado como si fuese un hermano bajo la autoridad de Balbanes, jefe de la familia Beoulve hasta los inicios de esta historia. La vida de él y de Ramza cambiarían una vez conocen a un escudero y aristócrata caído en desgracia, llamado Algus Sadalfas. alguien que en su personalidad representaría la faceta más decadente y arrogante de la nobleza que había sobrevivido la guerra de los 50 años en Ivalice, a consta de la hambruna, el trabajo y la muerte de los más pobres. Hasta cierto punto en que tanto Ramza como Delita irían notando que el odio y resentimiento en Algus derivaría en un clasismo que lo llevaría a atacar de forma desquiciada a los líderes y miembros de los Cuerpos de la muerte, a sabiendas del origen de varios y cómo sus argumentos hacían que tanto Ramza e incluso Delita cuestionaran sus propias acciones. Pero no sería hasta su encuentro con Miluda, la hermana de Wiegraf, entonces líder de los Cuerpos de la muerte a quienes enfrentaban, que empezaría la división entre lo que para ese punto del juego parecería ser el viaje de tres compañeros de armas.Así, la enemistad y el resentimiento entre ellos hacia Algus surgiría cuando el conflicto involucró directamente las familias de Ramza y Delita. Donde el punto de no retorno ocurriría en la batalla del fuerte Zeakden. Donde Delita observó a Algus y demás nobles matando indiscriminadamente tanto a rehenes como a remanentes de los revolucionarios, incluyendo a su propia hermana Tietra. A pesar de haber eliminado a Algus durante la batalla, Delita desaparecería hasta años después, donde se le vería como miembro de los caballeros de la orden de la oveja negra, subordinados al príncipe Goltanna, y enemigos directos de la familia Beoulve.
En un principio, la alegría del reencuentro entre viejos amigos en batalla, daría un tono esperanzador para ambos protagonistas. Pero Delita, a medida que se reúne con Ramza durante la historia haría notar al jugador que su rencor hacia la nobleza le hará buscar por todos los medios obtener poder para manipularlos en lo que sería el inicio y fin de su guerra civil. Motivado por una aparente visión realista del heroísmo, y consciente de que facciones como la iglesia debía mantenerlas como un aliado y potencial mediador del conflicto, debido a los riesgos y manipuladores ocultos detrás de ella.
Pero es también como durante todo el desarrollo de ambos personajes, que Ramza sería irónicamente el más realista, y también el más pesimista de los dos héroes. Esto, si se pone en perspectiva las consecuencias de mantenerse fiel a sus propios ideales además de reconocer que el mundo alrededor de ellos no cambiará, a menos que las personas en general luchen para cambiar por sí mismas. Algo que Delita, comparando personajes mencionados anteriormente, entendería a medias. Puesto que su ambición de poder la pondría por encima de proteger la verdad, a pesar de los sentimientos genuinos de amistad hacia Ramza, los recuerdos de su hermana Tietra, y el amor que surgiría de él hacia la princesa Ovelia. Las palabras con las que se dirige a esta última, expuestas al inicio, se irán cambiando por un discurso que reflejaría el creciente cinismo que la guerra y la política marcarían en su ser, a pesar de sus deseos de reformar todo a su alrededor.
“La mayoría de las personas actúan según el rol que les asignaron, pero, aun así, la mayoría ni siquiera ha notado alguna vez que están actuando…”Es así como por resultado, el jugador tiene frente a sí a un joven hombre, lleno de rencor por la muerte de su hermana, de odio por aquellos que ordenaron su muerte, con una amargura por el mundo entero que le tocó vivir. Un joven que vio que la única forma de terminar el círculo vicioso que arruinó su vida y la de muchos otros era convirtiéndose en aquello que más despreció. A cambio de lograr manipular a todos y poco a poco convertirse en la figura más poderosa de toda Ivalice.
Al final, se puede decir que, a su modo, Delita era un idealista, tanto o más que Ramza. Él pensó que solo cambiando a quien estuviese en la cima del poder el mundo cambiaría, solo para ver como se le demostraría lo contrario. De un plebeyo y cadete, se convirtió en caballero. Luego general y llegó incluso a ser rey. Quien en sus años en el trono logró mejorar el reino de Ivalice, transformándola en una nación pacífica y unificada durante su largo reinado, en solitario.
Esto, resultado de su infelicidad por haber perdido a sus amigos, a su familia, a la mujer que amó y quizás a la única persona quien realmente respetó. Con solo sus dudas al final sobre si acaso Ramza “se la llevó más barata” que él, por el destino que tuvo en la clandestinidad. Quien sería recordado por la historia del reino como un paria, un hereje, un asesino sin dios alguno ante la iglesia, todo por permanecer fiel a sí mismo hasta el final. Reconociendo que el mundo en torno a él no iba a cambiar, por mucho que otros que le conocieron y enfrentaron lo intentaron.
Es cierto que la historia siempre recordará las acciones y vida de Delita como las de un rey sorprendente y justo. Pero en su vida personal, el jugador a ratos verá a un hombre vacío. Quedando solo unas palabras en el epílogo.
“Ramza, ¿Qué obtuviste al final de todo aquello? Yo… yo logré esto.”
Es así como termina un videojuego que trata a dos personajes como caras de una misma moneda pese a sus distintas formas de vida. Un plebeyo que traicionó la memoria de su hermana y única familia para alcanzar poder y salvar su reino. Otro, un noble quien se rehusó a abandonar sus principios, incluso si esto le costó su propia nobleza y legado ante la sociedad. Y cómo se cruzaron en el viaje de ambos distintos personajes, cuyos ideales les traicionaron en formas tanto o más trágicas. Donde el único juez que traería justicia a las memorias de esa época, sería quizás la misma historia.
En un tono más esperanzador, el trabajo del historiador Alazlam J Durai, para tiempos del videojuego Vagrant Story, lograría reivindicar, aunque parcialmente, la figura de Ramza Beoulve y de quienes le siguieron en su viaje tras años de olvido y censura impuestos sobre su vida y existencia. Sea o no en las descripciones de lugares u objetos que, a través de la exploración que el protagonista Ashley Riot realiza en las ruinas de la maldecida ciudad de Lea Monde.
A la vez, En Final Fantasy XIV, los jugadores pueden visitar ruinas de Ivalice y desde la perspectiva de un elenco de aspecto “familiar”, descubrir ciertas pistas de lo que fue el futuro de los juegos de la Ivalice Alliance y cómo afectó eso al legado tanto de Ramza, como de otros personajes.
A los que les llame la atención el tono y estilo de los diálogos del videojuego, como última anécdota, se desprende de Yasumi Matsuno una influencia que tuvo en él sus estudios de la guerra de las dos rosas. Un conflicto civil acontecido en Inglaterra a finales de la guerra de los 100 años que tuvo contra Francia. Una guerra civil que terminaría con la muerte de reyes y familias nobles enteras como el auge de una única familia como herederos del trono. Guerra que sería representada en las Obras teatrales Enrique VI y Ricardo III por William Shakespeare. Entre otras influencias que Matsuno usaría también para Vagrant Story, la saga Ogre Battle y otros videojuegos de su autoría.
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